Se dice que los gatos azules o grises llegaron a Europa desde Siria durante las Cruzadas. Hacia el siglo xvm, el Chartreux estaba tan asentado que tenía nombre científico, Felis catus coeruleus, y el naturalista Gcorges-Louis Leclerc lo describió como «el gato de Francia».
Las colonias naturales existieron en toda Francia, pero su número nunca fue muy alto, y hacia finales de la segunda guerra mundial, el chartreux casi se había extinguido. Los criadores intentaron conservarlo y lo cruzaron con razas como el británico de pelo corto. Inicialmente, la FIFé incluyó al chartrcux con el británico de pelo corto, pero más tarde los separó.
Al igual que las razas europeas más tradicionales, el chartreux es un gato independiente, impasible, menos ruidoso que la mayoría y se contenta con quedarse en un rincón. Su cuerpo achaparrado está soportado por unas patas sorprendentemente esbeltas y cubierto de un pelaje espeso y peludo que, cuando se acicala debidamente, tiene un brillo aterciopelado.
El número de chartreux sufrió una significante caída durante la segunda guerra mundial. La población de todas las razas quedó afectada de una forma u otra, pero esa época fue aún más dura para los gatos sin pedigrí. Los gatos tienen un tamaño y una complexión parecidos a los de los conejos, y estos se vendían con las patas unidas para evitar los fraudes. Tanto los alemanes, españoles o portugueses utilizan frases que aluden a vender un gato en vez de una liebre o un conejo. La escasez de alimentos durante la guerra supuso que algunas personas no pudieran ser exigentes; los gatos eran fuente de proteínas y se los apodó «conejos de tejado».
Nombres alternativos: Monje Cartujo en español.